Rico sobre Quevedo


JUAN MANUEL DE PRADA: Usted detesta a Quevedo, o al menos al Quevedo del Buscón, ¿verdad? 
FRANCISCO RICO: Yo cada vez estoy más a favor de una literatura humana, una literatura que sirva para la vida. La literatura literaria, la literatura pura, que fue lo que hizo Quevedo y lo que hicieron las vanguardias, me parece, en general, abominable.

JUAN MANUEL DE PRADA: Es usted un detractor impío del barroco...
FRANCISCO RICO: Por supuesto. Soy un renacentista hasta la médula. Yo entiendo que quien se acerca a un libro, si tiene buena voluntad, no es para admirar el estilo: la gente lee como pasea, como folla o como acude al cine, con la misma naturalidad. La lectura es una experiencia que forma parte de la vida y que, por consiguiente, está en la vida. La literatura para escritores a mí me llena muy poco. Quizá en pequeñas dosis resulte interesante, pero... ¡mira que es malo El Buscón! Con Quevedo se estropea la literatura española, que lo prometía todo: después del Lazarillo y el Guzmán, y con el Quijote en puertas, iniciábamos una tradición novelesca estupenda, pero llega Quevedo, y lo que Quevedo representa (el chiste fácil disfrazado de ingeniosidad), y se jode el invento. El Buscón es el personaje más grotesco e inverosímil de nuestra literatura: intenta ocultar su infamia, pero la expone burdamente ante el lector; el Lazarillo, en cambio, intenta ocultarla, incluso la niega, y es el lector quien comprende su deshonra. El autor del Lazarillo no traiciona al personaje, que es el principio fundamental de la novela; Quevedo, en cambio, sí lo hace. Ahí está la diferencia.


FRANCISCO RICO, entrevistado por Juan Manuel de Prada y recogido en Penúltimas resistencias, Xordica, 2009, Zaragoza, pág. 85.