Al modernismo Montesinos lo llama «efímero», pero lo cierto es que ha quedado en nuestro siglo XX con tanta pregnación como el 98 o el 27. O más. En pensadores como Ortega y Unamuno, que negaban a Rubén, hay modernismo. Y en el austero Machado. ¿Por qué efímero el modernismo y no los Episodios Nacionales, que son de trama infantiloide, como que los cuenta un niño?
Otro pecado capital que Montesinos aplica al modernismo / parnasianismo / simbolismo es la indiferencia por el asunto. El asunto, para Montesinos, es el chisme galdosiano, asunto de portería o café de horteras. Todavía cree, como los consumidores de premios literarios, que la literatura es el «asunto». Y esto después del surrealismo, el estructuralismo y el deconstruccionismo. El profesor se ve que vivió en un sempiterno exilio cultural. Pero la literatura no es el asunto ni el estilo, sino, insisto, la capacidad de trascender y sólo es escritor el que tiene esa capacidad, por ejemplo Valle-Inclán. Galdós no trascendía, sino que todo lo descendía. Galdós es intrascendente.
FRANCISCO UMBRAL, Valle-Inclán: Los botines blancos de piqué, Planeta, Barcelona, 1997.