Me da la impresión de que Gibbon es menos hombre y más estudiante de lo que había anticipado. El motivo de su Historia Romana, según él mismo confiesa, no fue otro que el deseo de fama. En sus puntos de vista religiosos, no diverge noblemente del resto de los hombres, sino que se excusa y se acomoda. Era ambicioso y vanidoso.
Lo oigo relamerse ante la perspectiva de un barril de vino que le iba a ser enviado de Inglaterra a Lausanne. No hay registro de ninguna acción suya temeraria o heroica, lo que habría valido por mil historias. Eso sí que habría sido Elevarse y Permanecer. Pienso en él como en el estudiante ambicioso que escribió la Decadencia y caída durante 56 años, obra que, a fin de cuentas, no me concierne a mí leer.
HENRY DAVID THOREAU, anotación del 18 de diciembre de 1840 incluida en
El Diario (1837-1861) - Volumen I, Capitán Swing Libros, Madrid, 2013, traducción de Ernesto Estrella Cózar.