¿Aragon? Siempre le habían gustado los acróbatas; todavía no se había acabado de decidir una cosa, aun en contra de su opinión, como por ejemplo subir a una colina, y él ya estaba en la cumbre... La opinión general entre nosotros era que continuaba siendo muy "literato": incluso cuando paseaba con nosotros por la calle, era muy raro que no nos leyera un texto suyo. Asimismo le gustaba, cuando hablaba en los cafés, no perderse ninguna de sus actitudes reflejadas en los espejos...
ANDRÉ BRETÓN, recogido por Juan Gutiérrez Palacio en Escritores europeos contemporáneos, Editorial Magisterio Español, 1975, Madrid, pág. 64.