HUBERT FICHTE: ¿Por qué le gusta La señorita Julia de Strindberg y no le gusta el Brecht de Galileo Galilei?
JEAN GENET: Porque Brecht no dice más que tonterías, porque Galileo Galilei hace evidentes cosas que podría haber descubierto sin Brecht. Strindberg, al menos en La señorita Julia, no presenta esas evidencias. Es novedoso. No me lo esperaba. Vi La señorita Julia después de La danza de la muerte, ¿cómo se llama en sueco?
H. F.: Dödsdansen.
GENET: Me gustó mucho. Lo que dice Strindberg no se puede expresar más que de manera poética y lo que dice Brecht se puede decir y ha sido dicho de manera prosaica.
H. F.: Y ésa era su intención. Él denominaba a su teatro “teatro épico”, e introduce, o pretendía introducir, el distanciamiento que precisamente Strindberg, con la introducción de La señorita Julia, ya había alcanzado. Strindberg supone a un espectador ya frío, ese espectador de Brecht que sostiene un puro.
GENET: En la elección del gesto, fumar un puro, hay una especie de falta de respeto hacia la obra de arte que de hecho no está permitida. La obra de arte no lo permite. No conozco a los Rothschild, pero imagino que con ellos puede usted hablar de arte y fumar un puro. No puede ir al Louvre y ver la Marquesa de la Solana de la misma forma que los Rothschild, que hablan de arte y se fuman un puro.
H. F.: Entonces, ¿le parece que el gesto de Brecht es un gesto burgués capitalista?
GENET: Eso me parece.
H. F.: Al menos ante una obra de arte, ya que usted está ahora fumando un cigarro.
GENET: Si me fumo un puro como fumador de puros, si puedo definirme como fumador de puros, si escucho a Mozart y ese gesto de fumar un puro se antepone al hecho de escuchar el Réquiem, entonces no es simplemente un distanciamiento sino falta de sensibilidad. Es falta de oído, lo que significa que prefiero mi cigarro a la misa del Réquiem.
JEAN GENET, entrevistado por Hubert Fichte los días 19, 20, y 21 de diciembre de 1975 para el diario alemán Die Zeit, recogido en El enemigo declarado, Errata naturae editores, Madrid, 2010, traducción de María Lomeña Galiano, págs. 196 y 197.