Jiménez sobre Ibáñez


Una señora norteamericana, militara, caballista, nadadora, me dice con enerjía que cómo, sin haber leído tal libro del autor de Los cuatro jinetes del Apocalipsis –cualquiera de ellos, pues para el caso es lo mismo– podía decir que no tenía valor poético ni literario.

Le dije: Por su emanación.

Como todas las cosas del mundo, los libros emanan su sustancia y no hay que leerlos para valorarlos, a veces, cuando se tiene los sentidos aptos para la emanación estética. La disposición de la caja, la cubierta, el título, el tamaño de las palabras, etc., todo unido representa, súbitamente, su valor.

–Pero… no le negará usted cierto valor…

El valor… relativo no tiene ya en nuestra época, tan llena de cascotes literarios de todas clases, sentido alguno.

–Pero, lea usted, lea usted los periódicos…

La idiotez de los periódicos se manifiesta especialmente a la muerte de los hombres y las mujeres más o menos famosos. En la muerte de este autor los periódicos han escrito otra novela tan Villa Fontana Rosa, tan cursi, tan vacía, tan como todas las suyas.


JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, Ideolojía (1897-1957), Anthropos, Barcelona, 1990, pág. 30.