Vació el vino y se incorporó. Cogió Resistencia, Rebelión y Muerte de Camus. Leyó unas páginas, Camus hablaba de la angustia y el terror y de la miserable condición del hombre, pero hablaba de ello de un modo tan florido y agradable... su lenguaje... uno tenía la sensación de que las cosas no le afectaban ni a él ni a su forma de escribir. En otras palabras, las cosas igual podrían ir sobre ruedas. Camus escribía como un hombre que acabara de darse una buena cena con bistec, patatas fritas y ensalada, todo regado con una botella de buen vino francés. Tal vez la humanidad sufriera; él no. Tal vez fuera un sabio, pero Henry prefería a alguien que chillara cuando se quemaba.
CHARLES BUKOWSKI, Música de cañerías, Anagrama, Barcelona, 1987, traducción de Jorge Berlanga