Hemingway sobre Stein


Es una condenada vergüenza, sin embargo, que todo ese talento lo pierda la malicia, la falta de sentido común y el orgullo. Realmente, es una condenada vergüenza. Es una vergüenza que no la hayas conocido antes de que estuviera arruinada. ¿Sabes lo más divertido de todo? Ella no supo nunca escribir diálogos. Era terrible. Aprendió de mí a hacerlo y lo utilizó en ese libro. Nunca hasta entonces había escrito de esa manera. Nunca pudo perdonarme que se lo enseñara y tenía miedo de que la gente se diera cuenta y comprendiera dónde lo había aprendido, por eso tuvo que atacarme. De verdad que es una graciosa situación.  Estoy dispuesto a jurar ante todo el mundo que era condenadamente bonita antes de convertirse en una mujer ambiciosa. Te hubiera gustado mucho entonces, de verdad.


ERNEST HEMINGWAY, Las verdes colinas de de África, Caralt, Barcelona, 1988, traducción de J. Gómez del Castillo