Salinas sobre Jiménez

[Baltimore,] 24 de abril de 1951

Mi querido Jorge: De vuelta de mi expedición por Massachusetts me encuentro tu carta, con el inevitable texto de J. ¡NAUSEABUNDO! y perdona que acuda a la letra gorda. No tiene otro calificativo. Si en su poesía no logra esa grandeza que otros logran con los años, en insidia, bajeza y grosería, se supera por momentos. Había leído lo dirigido a Valverde. (Mucho me ha agradado por cierto que Correo Literario no publicaran los ataques a ti y a mí). Si en mí estuviera, yo haría una tirada para repartirla entre sus admiradores y ver si les queda ya alguna duda sobre la miseria moral de su ídolo. Es cosa sobre la que habría que hacer algo; yo por lo pronto, voy a sacar copias (si no te parece mal) y mandárselas a Amado, a Dámaso, a Clavería, a Del Río, para que conste. Debe constar. ¡Y qué momento tan bueno para publicar la carta famosa que le dirigiste! Muchas veces pienso en esas páginas maestras y veraces, documento valiosísimo en la historia literaria de hoy. Es el Juan Tartufo más grande de las letras. Porque otros asquerosos, como Baroja, no han presumido de ser más que Barojas. Pero este miserable anda siempre pavoneándose con las plumas de la ética estética, a ver si caen algunos incautos. ¿Cómo desenmascararle? La enfermedad que tiene bien clara está: todo él es pus, y su persona purulencia, o escrita u orgánica. No, no me inspira compasión. No hay por dónde cogerle literalmente; todo él está gangrenado, de envidia, de rencor, de maldad. Se ha alzado el título de la peor persona de nuestras letras de hoy, indiscutible. Además ¡qué galimatías! ¡Qué alelamiento de ideas, qué necedades de narcisista, en eso de la crítica! En eso ha acabado el alma de violeta y las arias, en muladar y memez. No se puede llegar a menos, desde su altura. ¿Y de quién, esa revistita? Por lo visto carecen de la más elemental norma de decencia y pulcritud.


PEDRO SALINAS, carta enviada desde Baltimore a Jorge Guillén el 24 de abril de 1951, incluida en Pedro Salinas / Jorge Guillén: Correspondencia (1923-1951), Tusquets Editores, Barcelona, 1992, pág. 570.